lunes, 7 de julio de 2014

INTERVENCIONISMO NORTEAMERICANO

EL INTERVENCIONISMO NORTEAMERICANO EN AMÉRICA LATINA SIGLOS XIX Y XX


Durante la década de 1890 a 1900 los Estados Unidos tomaron diversas iniciativas en política exterior encaminadas a establecer su hegemonía en América Latina. Una de ellas la encontramos en su intervención en una disputa fronteriza entre Venezuela y Gran Bretaña. En 1897 Washington logró que Londres aceptara que el problema fuera sometido a un arbitraje internacional. Washington precisamente asumió la representación de Venezuela.

En 1895 el presidente William McKinley había aceptado la idea de que los Estados Unidos eran responsables de la ley y el orden en el Caribe. Cuba era otra vez el centro de atención. El hundimiento del Maine fue la gota que derramo el vaso en torno a las tensiones que sobre Cuba pendían. Los Estados Unidos declararon la guerra a España. Invadieron Cuba, Puerto Rico, la isla de Guam y las Filipinas. Por el tratado de París de diciembre de 1898 España reconocía la independencia cubana y al mismo tiempo los Estados Unidos se afirmaban en el caribe, ocupando Cuba hasta 1903.

La intervención de Estados Unidos en la independencia cubana dio a luz una máxima del cinismo intervencionista del coloso del norte: la enmienda Platt. Si bien la doctrina Monroe “fue una declaración de esperanzas futuras más que un plan de actuación directo”[1], la enmienda Platt es la materialización legal de la doctrina Monroe. Con la enmienda Platt, incluida en la nueva constitución cubana, los Estados Unidos se arrogan el derecho de intervenir en los asuntos internos de la isla cada vez que lo consideraran necesario, lo que legaliza el derecho de intervención, y quita a Cuba uno de los principios liberales más importantes: la soberanía.

Regresando a Centroamérica, en 1889 el presidente Rutherford Hayes lanzó un corolario a la doctrina Monroe: para evitar la injerencia de imperialismos extra continentales en América, los Estados Unidos debían ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoceánico que se construyese. Lo anterior iba en contra del tratado Clayton-Bulwer de 1850. En 1901 Estados Unidos y Gran Bretaña firmaron el tratado Hay-Pauncefote, por el cual quedaba anulado el de 1850. Durante la presidencia de Theodor Roosevelt se intensificaron las acciones para obtener una franja territorial en el istmo y comenzar la construcción de un canal.

En enero de 1903 se firmó el tratado Hay-Herrán, que preveía la concesión a perpetuidad de una zona del canal para uso de los Estados Unidos, a cambio de un pago inicial de 10 millones de dólares y una suma anual de 250 mil. Sin embargo en agosto el congreso colombiano rechazo el tratado. Ante esta negativa, los Estados Unidos decidieron apoyar la independencia panameña (región donde se planeaba la construcción del canal). Independizada Panamá, el 18 de noviembre de 1903 fue firmado el tratado Hay-Bunau-Varilla por el cual Panamá cedía a los Estados Unidos, a perpetuidad, el uso de una franja de territorio de 10 millas de ancho, de la costa del Pacífico hasta el Caribe, por la suma arriba mencionada.

El canal comenzó a operar en 1914. La presidencia de Theodor Roosevelt fue caracterizada como la “política del garrote”. La de su sucesor William Hawoard Taft como “la diplomacia del dólar”. Ambas caracterizaciones son aplicables a la política internacional de Estados Unidos para con los países latinoamericanos. Durante el gobierno de T. Roosevelt se manifestó una creciente intervención y dominación del imperialismo en el subcontinente. Entre 1902 y 1903 se da una intervención en Venezuela a causa de la negación de este país de negociar su deuda de acuerdo solamente con los intereses de sus acreedores, Alemania, Inglaterra e Italia, quienes bloquearon y atacaron puerto venezolanos. Roosevelt consigue que estas potencias se retiren; a cambio los Estados Unidos obligarían a Venezuela a pagar sus deudas.

Roosevelt lanzaría otro corolario a la doctrina Monroe, reforzando ideológicamente el papel de los Estados Unidos como guardián de las Américas. Por este corolario los Estados Unidos se convertían en policía internacional. “La crónica delincuencia (de algunos países latinoamericanos), puede... hacer necesaria la intervención de alguna nación civilizada, y en el hemisferio occidental la doctrina de Monroe puede obligar a los Estados Unidos a ejercer un poder de policía internacional”.[2] Los Estados Unidos ya no solo vigilarían América de las potencias europeas, sino que ahora vigilaría a los países latinoamericanos de sí mismos.

En un conflicto similar al anteriormente citado de Venezuela, en 1905 infantes de marina desembarcaron en República Dominicana y asumieron la administración de la aduana, destinando el 45% de los ingresos aduanales al fisco dominicano, y el resto al pago de la deuda externa. W. H. Taft y su secretario de estado Knox agregaron otro corolario a la doctrina Monroe: no solo la ocupación política de una zona independiente en las Américas por parte de una potencia extra continental constituyen una violación de esa doctrina, sino que la vulnera hasta el establecimiento de la influencia económica de sectores privados extranjeros. Se presionaba a los países del caribe a negar concesiones y contratos al capital europeo y japonés.

Entre 1906 y 1909 se da una nueva ocupación de Cuba y en este último año se interviene en Honduras para resolver cuestiones referentes a su deuda interna. En la misma línea se interviene en Haití en 1910. En 1909 se tuvo lugar una intervención en Nicaragua contra el presidente nacionalista José Zelaya. Cuando Zelaya cayó el gobierno provisional nicaragüense se vio obligado a suscribir un acuerdo por el cual Nicaragua recibiría un préstamo norteamericano y a cambio de ello entregaba sus aduanas a un administrador estadounidense. Entre 1912 y 1931 los marines estadounidenses entraron a Nicaragua varias veces.

Cuando Wilson llegó a la presidencia de los Estados Unidos, lanzó un discurso contra el imperialismo, sin embargo en la práctica continuo con la política intervencionista de sus predecesores. En 1915 se intervino en Haití a causa de conflictos internos. Los marines permanecieron en la isla durante 18 años. Haití suscribió un convenio por el cual se convertía en un protectorado de los Estados Unidos. La misma constitución haitiana fue redactada por norteamericanos.

En 1916 se firmó el tratado Bryan-Chamorro, por el cual Nicaragua entregaba a los Estados Unidos dos islas ubicadas en el Golfo de Fonseca a cambio de la cancelación de su deuda con ese país. Este mismo año se da una ocupación de República Dominicana. La ocupación militar en Haití y en República Dominicana permitió a los capitalistas norteamericanos extender y consolidar su control sobre los ingenios azucareros y otras fuentes de riqueza.

En Panamá se produjeron desembarcos en 1908, 1912 y 1918, dejando el país entero bajo vigilancia política y militar de los Estados Unidos.
Los presidentes norteamericanos Harding (1921-25), Coolidge (1925-1929) y Hoover (1929-1933), continuaron una política de intervención directa en Centroamérica y de intervención indirecta en Sudamérica. En Nicaragua se instaló una guarnición permanente entre 1912 y 1924. El 1927 se da una intervención contra el general nacionalista Sacasa que culmina con la instauración de Somoza.

La República Dominicana estuvo ocupada desde 1916 hasta 1924, fecha en que el gobierno fue devuelto a los dominicanos; sin embargo destacamentos militares estadounidenses permanecieron en el país. Las aduanas dominicanas estuvieron en manos de estadounidenses hasta 1940.

Con la presidencia de Franklin D. Roosevelt se inicia la “política del buen vecino”, que consistía en el respeto a la soberanía de los países latinoamericanos. Esta política según algunos autores, fue un intento por desvincular las iniciativas diplomáticas de los intereses de los inversionistas. Según Boersner la nueva línea “blanda” hacia América Latina se explica por dos factores: 1) el debilitamiento del sector capitalista a causa de la recesión que aumento la autonomía y el poder del Estado y 2) el poderío de los Estados Unidos en América Latina ya estaba sólidamente afianzado, lo que permitía una actitud más reposada y liberal. En 1933 se da el retiro de tropas en Haití y en 1834 se anula la enmienda Platt. En la VII conferencia latinoamericana reunida en Montevideo en 1933, el secretario de estado Cordell Hull declaró que los Estados Unidos se unían al principio de la no intervención.

En 1940, y en el contexto de la segunda guerra mundial, Roosevelt había logrado unir a los países latinoamericanos en torno a la defensa del orden hemisférico establecido contra las amenazas provenientes de las potencias del eje. Así como el comunismo era un peligro ideológico, lo mismo lo era en nazi-fascismo.
A partir de 1948 los Estados Unidos regresaron a la línea dura contra Latinoamérica. En el marco de la guerra fría comenzaron a alentar el establecimiento de regímenes de fuerza protocapitalista y anti izquierdistas en los países subdesarrollados. En su política conservadora y represiva hacia América Latina los Estados Unidos trataron de valerse de dos instrumentos y mecanismos adoptados por la comunidad interamericana en los años de 1947-48: el Tratado Interamericano de Asistencia recíproca (TIAR) y la Organización de Estados Americanos (OEA).

El auge de la guerra fría llevó a los norteamericanos a colocar la seguridad militar y policial por encima de cualquier otra consideración en lo referente a los países subdesarrollados sometidos a su hegemonía. La política de luz verde a las corrientes autoritarias conservadoras, junto con la práctica de calificar de comunistas a todos los movimientos populares tendientes hacia la transformación del sistema social, hicieron posible el derrocamiento de los gobiernos democráticos de Venezuela y Perú en 1948 y de Cuba en 1952. Los Estados Unidos también lograron que la revolución boliviana fuera meramente reformista. 

En la primera mitad de la década de los cincuenta, los norteamericanos participaron activamente en la caída del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz. Después de que triunfa la revolución cubana los Estados Unidos intervienen en el desembarco a Bahía de Cochinos en 1961 y en 1962 logra que los países latinoamericanos declaren que el sistema cubano es incompatible con el sistema interamericano, dominado y estructurado por ellos mismos. En la historia del intervencionismo estadounidense en América Latina debemos tener presentes a dos actores sociales importantes: los inversionistas (capitalistas) y los militares. También es importante considerar elementos de tipo psicológico, ideas tales como la del destino manifiesto, que se presentaba en esa época y que hasta la fecha subsiste. Este elemento ideológico juega un importante papel en el intervencionismo.

También hay que enfatizar que la intervención no solo se lleva a cabo de manera directa, es decir con la fuerza, también existen otros medios indirectos de intervencionismo, como lo es el económico y el diplomático. Detrás de todas las intervenciones se hallaba un interés económico, aunque para las décadas de la guerra fría el peligro ideológico era un factor a temer.


[1] “América Latina, los Estados Unidos y las potencias europeas, 1830-1930”, en Leslie Bethell (ed), Historia de América Latina, T.7, Barcelona, Cambridge University Press / Crítica, 1991, p. 75.


[2] Boersner, Demetrio, Relaciones Internacionales de América Latina, México, Nueva Imagen, 1982, p. 206


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